ERHARD LORETAN /
        Alpinista   | 
  
"Me
            fastidian las expediciones comerciales"  Erhard Loretan (Suiza, 1959) se convirtió, en 1995, en el tercer alpinista en completar la colección de los 14 ochomiles del planeta, por detrás del italiano Reinhold Messner (1986) y del polaco Jerzy Kukuczha (1987), fallecido dos años después en el Lhotse. Al igual que sus predecesores, fue un transgresor en el Himalaya. Su ética le llevó a prescindir del oxígeno y de las cuerdas. Se convirtió en un velocista himaláyico, un tipo capaz de firmar ascensiones fulgurantes, sin apenas material. Hace dos años el destino de Loretan saltó hecho pedazos. Mató involutariamente a su hijo, de siete meses, al zarandearlo para que no llorase. Fue juzgado por homicidio involuntario y condenado, pero no entró en prisión. Loretan estuvo el pasado sábado en el festival de montaña de Vic (Barcelona). Obsesionado con la falta de ética del alpinismo actual, argumenta, no obstante, que queda mucho por explorar en el Himalaya. Pregunta.
        Reinhold Messner aseguró, recientemente, que el alpismo está muerto
        debido a la proliferación de las expediciones comerciales y, consecuentemente,
        por la falta de creatividad. ¿Está usted de acuerdo?       
      Respuesta. No
        hay que ser tan extremista. Quedan muchas montañas, paredes y
        rutas por explorar. La prueba está, este año, en la primera
        ascensión a
      la pared norte del Jannu [7.710 metros] por parte de un grupo ruso. Una
        pared de tres mil metros que alcanza la verticalidad absoluta en los últimos
      800. De todos modos, me fastidian las expediciones comerciales, no porque
      existan, sino por la manera en que encaran las ascensiones.        
      P. ¿Qué quiere
      decir?        
      R. Por
        la falta de ética
      que tienen estos grupos y sus patrocinadores, la mayoría millonarios
      que se dicen aventureros. Considero que la persona que holla el Everest
      con oxígeno no ha estado en la cima del mundo. Messner ya demostró en
      1978 que se podía prescindir del oxígeno.        
      P. Hay
          alpinistas que afirman que coleccionar ocho miles es
      absurdo. ¿Qué piensa al respecto?        
      R.
          La colección de los 14 cimas del mundo es un invento de la prensa.
      Para ser justos, de la docena de alpinistas que han completado la colección
      hay que distinguir dos grupos: los que la han hecho con oxígeno
      y los que no. En este segundo grupo, creo que somos cinco o seis, entre
      ellos Alberto Iñurrategui. Es un dato a tener en cuenta para que
      la ética
      prevalezca en el himalayismo. Desgraciadamente, el alpinismo, hoy en día,
      es accesible a gente incompetente como los de las expediciones comerciales.        
      P. ¿Hay
          capacidad de sufrimiento entre las jóvenes generaciones?        
      R. Yo
        sigo en activo y en los dos últimos años he hecho dos tentativas
        al Jannu con tres jóvenes alpinistas. Y aseguro, al menos así sucede
      en Suiza, que estos jóvenes tienen un gran espíritu. Quizás,
      mayor del que teníamos yo y el propio Messner, obcecados en la carrera
      de la cimas más altas. Los jóvenes poseen mayor formación
      técnica. Hay cantera, al menos en los países alpinos y en
      los del este. Los rusos, los eslovenos o los checos están haciendo
      cosas muy interesantes. Desconozco lo que sucede en España.        
      P. ¿Cuál
      es el futuro del himalayismo?        
      R. Las
        nuevas generaciones deberán enfocar su actividad a los seis y
        siete miles por sus rutas más directas, de dificultad extrema
        y de exploración. Además,
      una expedición joven no tiene opción de ir al Everest por
      el precio del peaje que se debe pagar, unos 70.000 euros. Los jóvenes
      no tienen recursos y los patrocinadores buscan el impacto mediático
      fácil con las expediciones comerciales. Por eso, el futuro de estos
      jóvenes está en las cimas más bajas y extremas.        
      P. ¿Cómo
      valora la ascensión de los catalanes al K-2 por la Magic Line?        
      R. No
        seguí con
      mucha atención la escalada. Pero la repetición de la arista
      sudeste que abrieron los polacos en 1986, no es la verdadera Magic Line
      que bautizó Messner. Es una variante, exigente, pero menos que la
      auténtica.
      La Magic Line es una ruta directa que asciende entre la arista sudeste
      y la vía Kukuztka por debajo de los grandes serács. De todos
      modos, chapeau por los
      catalanes.       
      P. ¿Cuál
      ha sido su ascensión más difícil?        
      R. El
        Everest, en 1986, por su ruta norte. Fue una vía superdirecta.
        Jean Troillet y yo nos plantamos en la cima en 36 horas. Completamos
        la escalada en estilo alpino, sin oxígeno, sin porteadores, sin
        cuerdas fijas. Incluso, pudimos contemplar el mundo a nuestro pies durante
        una hora y media. Algo excepcional por el buen tiempo y porque no soplababa
        nada de viento. Luego bajamos en tres horas, utilizando la técnica
        del tobogán por el larguísimo
      corredor de la cara norte.        
      P. ¿Qué táctica
      emplearon?        
      R. La
        rapidez y escalar de noche. El frío de la noche confiere una mayor
        estabilidad a la nieve y se evitan avalanchas. La aclimatación
        la realizamos en cumbres vecinas al Everest. Los primeros dos mil metros
        de desnivel los hicimos en 10 horas, hasta la cota 7.800. Paramos, construimos
        un refugio en la nieve, nos hidratamos y descansamos otras diez. A la
        noche siguiente reemprendimos la ascensión. Tardamos 16 horas
        en ascender los últimos 800
      metros.        Diari El País, 8-11-2004  | 
  
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