LA MÁQUINA HUMANA
Ruedas y posturas


En contrarrelojes individuales llanas, como la de ayer, con velocidades medias cercanas a 50 km/h para los mejores, la resistencia del aire es el principal obstáculo. Aunque se puede minimizar bastante mejorando su aerodinámica y la de su bicicleta.

La historia del récord de la hora muestra claramente la importancia que tiene la aerodinámica. En 1876, el inglés Dodds estableció el primer récord (25,5 km) en uno de esos antiguos velocípedos de museo, con pedales que hacían girar una gigantesca rueda delantera, y con una minúscula rueda trasera. Desde ese año hasta 1898, el récord mejoró radicalmente (40,8 km/h) gracias a las modificaciones que se introdujeron en las propias bicis. Por ejemplo, cuadros y ruedas más parecidos a los actuales, rastrales en los pedales, o tubulares hinchados con suficiente presión. En los 86 años siguientes, el récord siguió mejorando, pero muy poco a poco.

Todo cambió a partir de 1984, el año en que Francesco Moser, con una marca de 51,15 km/h, pulverizó el anterior récord de Merckx. Gran parte de su hazaña se debe al profesor Dalmonte, médico-ingeniero que introdujo cambios importantes en la aerodinámica de la bici. Como las ruedas compactas o lenticulares (sin radios). Ayer casi todos llevaban una detrás. Y delante una rueda de pocos radios, tres o cuatro, pero muy gordos, los llamados bastones .

Más importante aún que la aerodinámica de la bici es la del propio ciclista: tiene que reducir al máximo su superficie frontal, la que choca contra el aire que tiene delante. Agachar el tronco y llevarlo casi paralelo al asfalto, como Ullrich, está muy bien. Pero más efectivo aún es estrechar al máximo los hombros, como Armstrong.

También cuenta la vestimenta del ciclista, como demuestran estudios realizados en túneles de viento. Lo mejor es un mono integral, sin costuras y preferiblemente de licra recubierta con poliuretano. En una crono como la de ayer se podría perder más de un minuto usando materiales más gruesos.

Por supuesto, el casco aerodinámico también es esencial. Que se lo digan a Fignon: perdió el Tour de 1989 por ocho segundos, en la última contrarreloj, que corrió sin casco y con la coleta al viento.

ALEJANDRO LUCÍA
Alejandro Lucía es Catedrático de la Universidad Europea de Madrid


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